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jueves, 14 de octubre de 2010

Salchichón

En un edificio cualquiera, en un apartamento cualquiera un despertador cualquiera sonó.
            Manuel miró el despertador y descubrió que la noche anterior no había cambiado la hora de la alarma.
-         ¡Mierda! Ya llego tarde otra vez – exclamó.
Se levantó de un salto, se puso los pantalones y la camisa que estaban tirados en el suelo sobre la alfombra tal y como los había dejado la noche anterior. Decidió entonces ir al baño, orinó y después de meditarlo sólo se enjuagó la boca con agua.
-         ¡No tengo tiempo de lavármela!
Corrió a la cocina, allí encontró sus zapatos, uno junto al sofá y otro delante de la nevera, se los puso y ya de paso abrió la nevera y cogió un trozo de salchichón para desayunar de camino.
Bajando a toda prisa por las escaleras se percató de que no se había cambiado los calzoncillos desde la mañana anterior, aunque era algo prescindible, mañana, pensó.
Al llegar a la parada del bus éste justamente se iba. Como no tenía tiempo de esperar al próximo decidió correr, cruzar las dos calles hasta la paralela y asía llegar a otra parada. Si se apresuraba lo lograría.
Corría lo rápido que podía, cruzó un paso de peatones con el semáforo en rojo, un coche tuvo que frenar, le pitó y sacó el puño por la ventanilla soltando cuchillos envenenados por la boca. La calle empezaba a estar bastante transitada por lo que tenía que ir apartando a los transeúntes que se interponían en su camino.
- ¡Gamberro!   - gritó una señora apoyada en su bastón a punto de caer al suelo.
Pero no había tiempo de perdones y Manuel siguió corriendo.
En la segunda calle cruzó lejos del paso de cebra y tuvo que escuchar los gritos de un policía que estaba en la terraza de una cafetería desayunando un carajillo y una rosquilla. Al menos no se molestó en perseguirlo. Por fin vislumbró su objetivo, ahí estaba el autobús, y justo cuando las puertas se cerraban entró con un salto sobrenatural justo antes de que estas se le cerraran en la espalda. Jadeante se puso el salchichón bajo el brazo y sacó las monedas para pagar el billete.
Se sentó ya mas tranquilo. Estaba sudando a mares y su mano estaba pringosa de correr con el salchichón apretado en ella. Echó un vistazo a su alrededor y le pareció que no había mucha gente. Entonces la radio le resolvió el misterio.
-         ¡Mierda, hoy es domingo!

2 comentarios:

  1. Es una putada cuando te despiertas pensando que es otro día xD

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  2. Si te despiertas estresado pasa el día estresado jeje que mal

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