Érase una vez un niño que siempre estaba triste. A pesar de tener muy buenos amigos, a pesar de tener una buena familia, a pesar de tener todos los juguetes que a él más le gustaban. A pesar de todo, el niño siempre estaba triste.
Todas las noches salía a la terraza de su casa a contemplar el cielo nocturno. Le gustaba observar el firmamento, pero especialmente le gustaba observar una estrella en concreto que salía siempre por el sur. Esa estrella tenía un brillo especial. Era lo único que le aliviaba un poco su amarga tristeza. Se sentaba allí hasta el amanecer, cuando la luz del Sol empezaba a salir y le impedía ver su estrella. El niño triste odiaba al Sol por privarle de ella.
Durante el día sus amigos le hacían visitas para ver si podían aliviarle aquella incesante tristeza, pero todo era inútil. Su familia procuraba darle todo el cariño posible y sus padres compraban todos los juguetes que él quería pero todo era inútil. Nada podía aliviarle aquella amarga tristeza.
Una noche, como todas las demás, el niño salió a la terraza para observa a su estrella. Pero aquella noche algo no era igual. La estrella tenía un brillo diferente, si cabía aún brillaba más intensamente de lo habitual. Los grillos cantaban más fuerte, las ranas croaban más fuerte, pero el viento no soplaba en absoluto, aquella noche se había ido a bufar a otro sitio. El niño triste se sentó algo extrañado a observar su estrella. Mirándola fijamente comprobó que poco a poco, la estrella, se iba haciendo más y más grande. Parecía que se estaba acercando. Pero el niño no se asustó, su estrella le proporcionaba paz y era imposible que le provocara algún temor.
Según pasaba la noche la estrella fue aumentando de tamaño hasta que finalmente cayó a la tierra a unos metros de distancia de allí, provocando una pequeña y silenciosa explosión acompañada de una onda expansiva de cegadora luz. El niño triste se apresuró a acudir al lugar del impacto, y encontró un pequeño cráter. En su interior se hallaba una esfera de luz blanca, difícil de mirar por su espléndido resplandor. Movido por la curiosidad el niño se acercó a la cálida y brillante esfera. Acercó despacio su mano y la tocó suavemente con la palma. La esfera se desvaneció mostrando a una niña que había permanecido oculta en su interior. Llevaba un vestido blanco muy sencillo y a la vez bonito. Sus pies estaban descalzos. Tenía una larga melena negra suelta hasta media espalda. La niña abrió sus bellos ojos pardos oscuros y dirigió una hermosa sonrisa al niño triste que permanecía inmóvil mirando a aquel angelical ser, aunque reaccionó rápidamente y le devolvió la sonrisa. Sus mejillas notaron una leve molestia ya que no estaba acostumbrado a sonreír y las tenía algo atrofiadas.
- Llevo mucho tiempo esperándote – le dijo el niño triste a la preciosa niña.
- Pues ya estoy aquí – le respondió ella.
Entonces el niño le cogió su mano de piel suave y oscura. Y a partir de entonces el niño triste nunca más volvió a estar triste.
Fin.
Inspirado por, y dedicado a mi amor.
Es un relato muy bonito, no hay nada que inspire más que el amor para escribir algo así.
ResponderEliminarGracias :)
ResponderEliminarMe encantaaaaaaaa!!!!!!!!
ResponderEliminarTambién miro al cielo y le hablo a las estrellas y a la luna para que le digan a mi amor cuanto le quiero.
ResponderEliminarCuando te pones romántico no hay quien te supere.
Abrazos
Jaja gracias Gara, el romanticismo es fundamental en mi vida. Pero no me puedo comparar contigo. ;) Seguro que tu estrella está contigo, aún en la distancia. Muchas gracias.
ResponderEliminarBesos.
Hola!
ResponderEliminarPasaba para saludarte y para animarte un poco a que sigas deleitándonos con tus fantásticas historias.
Decirte que ya tengo otro blog pero he tenido que restringirlo porque estoy aún en ese proceso de maquillaje, además ... ¡que vuelva mi inspiración!
Besos
Hola Gara!
ResponderEliminarQue alegría que no hayas abandonado esa habilidad que tan bien se te da. Lo cierto es que yo tengo inspiración para rato, lo que pasa es que en un mes y medio tengo unos exámenes y estoy un poco agobiado. Quién me mandaría ponerme a estudiar en vísperas de los 30 y tanto tiempo después!!! Pero en junio retomaré el blog.
Cuando estés preparada ya me dirás la dirección de tu nuevo blog. Tómate tu tiempo, lo bueno a veces se hace esperar.
Cuídate, besos.
Hola Pedro!
ResponderEliminarSoy Gara, al final no he querido cambiarme el nombre, de hecho mi nuevo blog se llama así. Además he importado todas las entradas del anterior. De momento estaré a bajo rendimiento pero, al final estoy contenta por la decisión que he tomado, sigo teniendo mi esencia, que es lo principal.
Sigue estudiando a pleno rendimiento y mucha suerte.
Besos
Hola Pedro!
ResponderEliminarQuería decirte que he suprimido los dos blogs.
No me apetece escribir pero alguna vez, os leeré.
Sólo decirte que he visto a mi chico y está guapísimo y ME HACE MUY FÉLIZ.
Seguiré haciendo mis poesías en silencio y si alguna vez publico, ya te enterarás
Que tengas mucha suerte en tu novela.
Muchos abrazos
Inesperada noticia, es una lástima, pero si prefieres guardarte en la intimidad tus personales poemas etas en tu derecho. Me alegra ver que eres feliz con tu chico, que te inspire mucho más, escríbele a él, seguro que también le hacen feliz. Y si vuelves serás bien recibida,
ResponderEliminarBesitos.
Ssshhh ... silencio .... eres muy inteligente ...
ResponderEliminarNo es el lugar definitivo, ni el nick tampoco.
Estás en tu casa, ya lo sabes.
Besitos
Me ha encantado... no dejes de cultivarte como escritor.
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