Era guapo, fuerte, tenía dinero. Era popular, querido, tenía
mucho dinero. Circulaba en su flamante deportivo rojo de marca italiana y con
un escudo con un caballo dibujado en el
capó a una velocidad superior a doscientos cincuenta kilómetros por hora. Sabía
que en ese tramo de carretera convencional la velocidad máxima permitirá era
tan solo de ochenta kilómetros por hora pero no había apenas nadie a esa hora,
era guapo, querido, tenía muchísimo dinero. En una curva se vio obligado a
reducir la velocidad y allí, pasándola se topó con la trampa. Un agente de la
ley lo esperaba con la mano en alto. El popular, querido e inmensamente rico,
cuya profesión era futbolista, colocó en su rostro la más amistosa expresión
que tanto había ensayado delante del espejo. Con aquella mirada angelical en
las discotecas conseguía que a las chicas se les cayeran las bragas al instante
nada más verla. Bajó la ventanilla. El corpulento agente no pestañeó ante la
mirada follachicas, no pareció
percatarse en quién era.
-
Baje del coche – dijo simplemente.
-
Agente, sé que iba un poco rápido pero… – el
policía lo interrumpió.
-
Baje del coche – su tono era frío e impasible –
está usted arrestado.
-
Mire, soy Lionel Ronaldo de Lima…
-
Por mí como si es el Papa – volvió a interrumpir
– le digo que baje del coche, no se lo volveré a repetir.
-
Mire – sacó de la guantera del coche un fajo de
billetes - ¿no podría hacer usted la vista gorda?
A la media hora el futbolista
estaba en el cuartel de la policía.
Al cabo de dos meses iba a haber
un juicio pero como era quien era no lo hubo. Sí, perdió el carnet que al poco
tiempo recuperó por ser guapo, querido y estar forrado de dinero. También tuvo
que pagar una insignificante multa dada su nómina.
El agente frustrado cuya chulería
típica policial había aplicado correctamente en esa ocasión pagó su desengaño
con Manolo García Rodríguez, obrero de profesión, que viene a ser lo mismo,
parado laboralmente e indefinidamente. Endeudado y con falta de recursos para
mantener a su mujer (en paro) y a sus dos hijos. No tenía dinero para pasar la
ITV del vehículo por lo que la llevaba caducada desde hacía varios meses,
además de tener una luz de los faros fundida. Como no era tan guapo, ni popular
y estaba en la ruina, la multa que le cayó lo hundió aún más. Se quedó sin
coche por no poder pagar la inspección técnica y encima perdió la casa por el
encadenamiento de desdichas.
Y colorín colorado, o en blanco,
negro y escala de grises, este cuento sólo ha empezado.
Pues si, la vida es tan injusta que da asco. Me alegra verte de nuevo, Un abrazo.
ResponderEliminarMuy bueno PedroJ, si es que siempre lo mismo, el que aplica la justicia y es pobre encima paga lo del futbolista listo e engreído. Buscamos justicia ???, como no sea la propia o quedarse con los brazos cruzados que eso duele, no la encontraremos.
ResponderEliminarEn fin que don dinero siempre gana, "casi siempre" me pareció bien lo que hizo el guardia aunque creo que si supiese quien era lo hubiese pensado dos veces ¡A saber!.
Me ha encantado pura y dura verdad.
Un abrazo
Muy buen relato...
ResponderEliminarEs una pena que primen cosas así, como la belleza física para triunfar...
Muchos besos