La bestia se movía por el callejón arrastrando los pies,
tambaleándose. Apoyó su espalda en la mugrienta pared y se dejó caer con todo
el peso de la gravedad. De entre su demencia un atisbo de luz se coló y los
recuerdos de su anterior vida lo invadieron. Los recuerdos de cuando fue
humano, de cuando era un feliz albañil que iba todos los días a trabajar. Vivía
felizmente con su amada esposa y su ángel, su princesa, su hija. Vivían en un
cálido y espacioso apartamento en el centro de la ciudad. El mundo era
perfecto, todos los días salía el arco iris, hasta que el nubarrón eclipsó el
firmamento. El entonces hombre, había oído rumores pero no les había prestado
atención, pensaba que a él no llegaría.
Pero la tormenta llegó a las puertas de su humilde y feliz
morada. Poco a poco sus compañeros fueron cayendo, y cuando pensaba que todo
mejoraría y que a él no le tocaría, la empresa quebró. Los números en la cuenta
del banco del otrora hombre fueron disminuyendo y las broncas con su amada
mujer nacieron. Pronto fue imposible pagar las facturas y la tensión en casa se
hizo insoportable. La exorbitada hipoteca de casa, coches, home cinema, muebles
de diseño, pronto fue imposible de pagar y poco a poco todo empezó a volar.
Finalmente la amada esposa también voló, se marchó a casa de su madre después
de una acalorada bronca, llevándose consigo a la princesa. El agresivo
desahucio también cayó sobre las espaldas del abatido hombre y pronto se
consolidó su transformación, lenta y dolorosa, para convertirse en una despiadada
bestia en búsqueda de sus necesidades primarias.
Allí sentado, en el oscuro callejón junto al contenedor de
basura, la bestia se durmió. A la mañana siguiente continuaría su camino, sin
rumbo, sin sentido, sin esperanza.
Una historia triste...pero es la realidad de mucha gente hoy en día, sobre todo no hay que perder la esperanza!un beso
ResponderEliminarDifícil, pero hay que ponerse en el lugar de la persona. Hoy en día según están las cosas la desesperación la ingratitud y un montón de cosas que con ello conlleva, no es de extrañar que una persona termine siendo "La bestia" hay en esta vida cosas primordiales, como es comer y un techo donde vivir, si todo ello desaparece y el amor es papel o se vuelve por lo que acontecimientos o no era lo suficientemente fuere, creo que aparece esa bestia que nadie sabe que llevamos dentro, que es la desesperanza y el dolor.
ResponderEliminarUn muy muy buen relato PedroJ, has tocado el fondo de lo que puede ocurrir en ciertos momentos...
Besos
No le veo a él como a la bestia, sino como a la víctima de la bestia, esa bestia llamada mercatocracia en la que vivimos.
ResponderEliminarNadie estamos inmunes a la desgracia que nos acecha de cerca, la que creemos que nosotros pasaremos de largo. Es una realidad que avanza y nos atrapa.
ResponderEliminarSe dice que el dinero no hace la felicidad... Que se lo pregunten a los millones de bestias que nacen cada día.
Saludos
Terrible situación la que enfrentó este pobre hombre a consecuencia de la bestia esa bestia, que como bien dice B.Art se llama mercatocracia.
ResponderEliminarSaludos.
Muy cruda la realidad que emana de cada palabra tuya. Un abrazo.
ResponderEliminarPerfectamente se de lo que hablás....ya se ha vivido por aquí muchas veces. Excelente forma de relatarlo. Abrazo!
ResponderEliminarImpactante y directo... cien por ciento real...
ResponderEliminarMis saludos azules desde mi playa...
Pérdoname Pedro, pero no pude dejar de ver el lado metafórico de este relato, se ese Mr. Hyde que se esconde en muchos de nosotros.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
HD
Nadie esta a salvo de que todo se desplome, esta en la fortaleza de cada uno, no hay que dejarnos caer a pesar de las trabas de la vida... Igual, no juzgo al hombre del cuento..
ResponderEliminarMuy bueno...
Besos!!!
Fabi