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jueves, 16 de junio de 2011

4-Sombra en Exilio


En un sombrío callejón del pequeño pueblo de Sombra una luz apareció de repente. Un perro flacucho que estaba buscando algo que llevarse a la boca en un cubo de basura volcado, se asustó con aquel destello y salió corriendo con el rabo entre las piernas. Los seis miembros del grupo aparecieron. Aquel viaje a través del portal no había sido tan desagradable como el anterior. Los tres edenitas notaron un ligero mareo pero nada que ver con las otras dos veces. Aquellas armaduras eran realmente útiles.
               Los muros de los edificios de aquella oscura y lúgubre calle eran color arena y estaban sucios y mohosos. El suelo estaba cubierto por una ligera capa de polvo. Mientras salían del callejón encabezando el grupo León, Flip informó un poco a los demás sobre el país. Exilio entero era un abrasador y seco desierto, conocido antiguamente como el desierto Amarillo. Sombra se encontraba al lado del mar aunque allí el desierto también había llegado. Exilio constaba de pequeños poblados que se construían alrededor de los pozos de agua que excababan. En ocasiones se secaban y tenían que partir en busca de más abandonando sus hogares. El país estaba muy poco poblado. En ocasiones sus habitantes intentaban escalar el enorme muro que separaba a su país con Edenia, la tierra de los sueño, pero solían perecer en el intento. Había dos grandes puertas que separaban los dos países pero era imposible franquearlas sin un pase especial. Los habitantes nativos de Exilio eran los edenitas oscuros, los cuales sólo se diferenciaban de sus vecinos por un tono café en su piel y generalmente por ser algo mas corpulentos; y por aquel simple motivo eran repudiados por los habitantes blancos de Edenia. La gobernadora era la mestiza hermana del gran emperador Don Mefistus III, el Dios, repudiada por él. Su nombre era Afrodita y al parecer su belleza era espectacular a pesar de tener un hermano tan poco agraciado como Mefistus. Afrodita había sido exiliada por su hermano junto a su madre y un guardia real a Exilio pensando que allí morirían de hambre. Pero Dios se llevó una sorpresa cuando descubrió que se había convertido en emperatriz.
-         Hemos aparecido en la parte oeste del pueblo, Fénix vive al este, en el mismo puerto al que vamos a entrar.
-         ¿Queda muy lejos? – pregunto Seda, el representante de los topos.
-         El pueblo es pequeño, en unos pocos minutos llegaremos. – Contestó Panterra.
Al cambiar a una vía más amplia una agradable brisa marina les inundó las fosas nasales. Empezaron a seguir esa calle que cruzaba la anterior y ligeramente se iba inclinando cuesta abajo. Las calles estaban poco habitadas, se cruzaron con un par de personas que iban tapados con túnicas y turbantes blancos que impedían verles el rostro a excepción de los ojos. Las grandes tormentas de arena que asolaban el país llegaban a la costa y sus habitantes se habían acostumbrado a ir protegidos. Al cruzar un edificio más alto ante ellos apareció ante sus ojos la inmensidad. El cielo y el mar se separaban por una línea curva en el horizonte. Seda se paró, cerró los ojos.
-         Maravilloso.
Poco después la calle desembocaba en el puerto. El mar estaba completamente calmo y los barcos habían salido a faenar por lo que el puerto estaba bastante vacío. Sólo quedaban unos pocos cargueros amarrados. El asfalto recubierto de arena se cortó de golpe y un ligero escalón daba paso al muelle, que había sido construido  pacientemente con secos y sólidos troncos de los secos árboles que crecían en el desierto. La mayoría de las casas que estaban de cara al mar eran cabañas de pescadores construidas de madrera, aunque una de ellas destacaba sobre las demás. Entre dos cabañas había una gran casa que estaba construida de aquel cemento color arena.
-         Esa es la casa de Fénix, desde allí dirige a la resistencia de todo el mundo.
-         ¿Desde ahí? – preguntó extrañado el joven soldado Trébol.
-         Ahora lo veréis – habló con una sonrisa en los labios Flip – está bien equipada la casita.
Trébol levantó la cabeza y vio que en el tejado de la casa había una enorme antena. Estaba claro que la casa no era como las demás.
Flip apretó el pequeño interruptor del timbre y una agradable melodía sonó. Esperaron.
Y esperaron más.
-         Aquí no parece que haya nadie – dijo Seda unos minutos después.
Pero Flip estaba tranquilo.
-         Paciencia amigos
Al poco rato una mirilla se abrió y una voz de señora habló.
-         ¿Quién anda ahí?
Parecía que había una contraseña para confirmar que eran de los suyos.
-         Por la liberación de los pueblos de la galaxia y del nuestro mismo lucharemos y si es necesario moriremos.
-         Muy bien ahora os abro.
Flip había nacido y se había criado en Sombra y conocía a aquel hombre como contó a los demás. Sus padres habían muerto en un accidente cuando él todavía era un niño. Todos los niños de Exilio eran educados desde pequeños a lo militar y a los dieciséis años Flip consiguió un traslado a la capital del país vecino, que era a dónde mandaban a los mejores pasando la aduana escondidos en camiones que llevaban exóticos productos alimenticios.
-         ¿En qué puedo ayudarles?
La puerta se abrió y los recibió una gruesa mujer. Era una edenita oscura de piel color café, de ya avanzada edad. Llevaba el pelo corto rizado. Unas pequeñas gafas reposaban en su rechoncha nariz. Su cara redonda reflejaba la desconfianza.
-         ¿Ya no te acuerdas de mi Medusa? – le habló sonriente Flip.
Aquella mujer clavó la mirada en Flip y entonces su expresión cambió, una sonrisa se dibujó en su rostro.
-         ¡Flip!, como has cambiado - y dio un afectuoso abrazo al fornido guerrero – pasad, pasad Fénix está dentro, delante del ordenador como siempre.
Los seis extravagantes personajes entraron en la casa. Era mucho más espaciosa de lo que parecía. En la entrada se habría directamente un amplio salón, en el que había dos enormes sofás y una gran televisión colgada en la pared.
-         Cuando vienes a visitarnos deberías de avisar, ahora iré buscar unas pastas y algo de beber y …
-         No te preocupes Medusa, tenemos prisa. Tenemos que ver a Fénix urgentemente. Las cosas no van bien.
-         Está bien, seguidme – dijo con una mirada curiosa.
Era una casa realmente acogedora. Estaba llena de adornos, figuritas, lámparas, etc. Una gran alfombra  a cuadros de colores diversos adornaba el centro de aquel salón. En un lateral había una escalera que conducía al piso de arriba. Los escalones estaban forrados de alfombra verde. Medusa seguida por los viajantes interdimensionales subió por ella. Lo que encontraron allí arriba no era una típica sala de una casa común. El piso de arriba era enteramente una habitación llena de ordenadores, radares y demás aparatos. Había un hombre de espaldas a ellos encorvado mirando el monitor de un ordenador. Al escucharlos se dio la vuelta.
-         ¿Quién demonios sois y qué hacéis en mi casa?  - a diferencia de su mujer y de todos los habitantes del pueblo, Fénix no era un edenita oscuro. Su piel era rosácea y su pelo y su gran bigote eran castaño claro moteado de canas blancas. Su rostro estaba cubierto de arrugas que por su delgadez se le agudizaban más. Sus enormes cejas grises se fruncían en una oscura mueca.
-         ¿Usted es el señor Fénix? – se adelantó Seda – un placer, yo soy el representante del gran rey topo Lombriz XIII, Gusano de Seda, pero me puede llamar Seda. Tenemos un asunto muy importante e urgente del que hablar.
-         Lo siento – tajó el anciano -  no puedo atenderlos, estoy muy ocupado, márchense inmediatamente.
-         Escucha Fénix – dijo Panterra – esto es muy importante, depende de ello la supervivencia de la resistencia de todo el planeta.
-         ¿Quién eres tú?, ¿eres de los nuestros?
-         Nosotros tres somos miembros de la resistencia de la capital – intervino Flip - ¿no me recuerdas? Soy Flip, tienes que escucharnos.
-         ¿Flip? Menos mal que hay alguien vivo. Llevo horas intentando contactar con el capitán de las fuerzas en ciudad Adan y nadie me responde.
-         Es posible… - el rostro de Panterra se oscureció – es posible que estén todos muertos. El ejército celestial nos tendió una emboscada cuando estábamos a punto de asaltar un furgón de armas de último modelo y es probable que conocieran nuestros movimientos y nuestros escondites.
-         ¡Eso es terrible! Debo mandar refuerzos allí inmediatamente, o…
-         No hay tiempo, es demasiado tarde para ellos, hay algo mucho mas importante – lo interrumpió el pequeño topo – nuestras fuentes han descubierto que el ejército ha desenmascarado quién lidera la resistencia y que han preparado un ejército para erradicarla por completo. Un ejército dirigido por el subcomandante Sapus capacitado para conquistar planetas enteros.
-         Eso significa que ese ejército vendrá hacia aquí en breve – dijo Panterra.
-         Esto es terrible – Fénix sentado en su silla se tapó la cara con las manos y los codos apoyados en las piernas – es realmente terrible.
-         Mi rey lidera al único ejército capaz de enfrentarse al imperio celestial, todavía no es lo suficientemente fuete, pero va creciendo y está dispuesto a daros asilo a todos. A todo el pueblo. A cambio solo pide que os unáis a nosotros en la lucha.
-         No lo entendéis yo no soy el líder, no puedo tomar esa decisión…
De repente un monitor se encendió y apareció el rostro de un soldado aparentemente alterado.
-         ¡Capitán Fénix! ¿me recibe?, ha ocurrido algo terrible un ejército ha surgido de la puerta del sur, creo que se dirige hacia ciudad Tornado, nuestras fuerzas han sido masacradas cual insecto. Traen vehículos de camuflaje y armas de máxima potencia…
-         Escucha, retiraros inmediatamente de ahí…
Pero fue demasiado tarde se escuchó un estallido, el alterado soldado se giró bruscamente y la imagen se perdió. Antes de cortarse el sonido se oyó un desgarrador grito.
-         No puede ser, se dirigen a ciudad Tornado – Fénix estaba hundido.
-          ¿Qué hay tan importante allí? – intervino por primera vez el silencioso Trébol.
-         Ya he dicho que yo no soy el que dirige todo esto – el hombre no levantaba la cabeza, parecía haberse rendido, la frustración y la desesperación habían podido con él – allí reside nuestra emperatriz, mi niña Afrodita. Ella es la que está detrás de todo. Y ahora no podré salvarla. ¿cómo llegaré allí?
-         Por eso estamos aquí, basta de lloriqueos no hay tiempo que perder, necesito que me diga las coordenadas exactas del pueblo, y tú Trébol ve a buscar al escuadrón, ha llegado el momento de actuar – Raptor sólo hablaba cuando era necesario, pero su sangre fría lo convertía en un auténtico líder y magnífico aliado.
-         ¡Si señor! – Trébol abrió la tapa del pequeño computador que llevaba en el brazo, apretó unas teclas,  un portal se abrió y saltó rápidamente a él.
Todo había ocurrido mucho antes de lo previsto y ahora no tenían tiempo de pensar, tenían que actuar. Toda la raza de los edenitas oscuros estaba amenazada y si no actuaban con presteza, sin dudarlo serían masacrados sin excepción. Fénix dijo las coordenadas exactas de la ubicación de la ciudad Tornado. Raptor rápidamente tecleó en el pequeño teclado de su brazo y otro portal se abrió.
-         Seda, adelántate con León, Panterra, Flip y Fénix, yo esperaré al escuadrón – la voz firme del reptil impedía vacilación alguna. Aunque oficialmente Seda era de rango superior obedeció las órdenes sin rechistar.
-         ¡Qué clase de tecnología es esa! – Fénix no daba crédito a lo que veían sus ojos.
-         Es la forma más rápida que existe de viajar por el universo. Automáticamente apareces donde quieres en un abrir y cerrar de ojos – le explicó el silencioso León.
-         Es magnífico, así llamaré a todas las tropas que están aquí en el pueblo, y los teletransportaremos a Tornado.
-         ¡No!, los soldados aquí no están preparados para viajar por portales, allí con los efectos del viajen serían un estorbo. Dime Fénix, ¿ciudad Tornado tiene murallas? – tronó la voz de Raptor.
-         Si, pero…
-         Bien, evacuad a todos los civiles al castillo o al edificio más grande y apartado de las puertas de la ciudad que tengáis y reunir las tropas allí preparadas para resistir. Necesitaremos tiempo para evacuar a todo la gente – lo interrumpió el lagarto sin darle la oportunidad de acabar su frase.
-         No tardéis, vamos chicos – dijo Seda al reptil. Indicó a los demás que saltaran al portal.
León, Panterra y Flip saltaron. Cuando iba a saltar Fénix apareció su mujer y corrió hacia él.
-         ¡Qué está pasando cariño!
Fénix miró de reojo a Raptor. El lagarto clavó sus ojos a los de la agradable mujer.
-         Escuche señora, su marido tiene que venir con nosotros, la vida de la princesa y la de todo vuestro pueblo depende de él. Necesito que usted reúna a todo el pueblo en un punto y lo prepare para abandonar sus hogares. Qué solo cojan lo estrictamente necesario. En aproximadamente un par de horas vendremos a buscaros.
La mujer miró a los ojos al lagarto. Era inteligente y sabía que aquello era irremediable y que pasase lo que pasase su pueblo ahora necesitaba a alguien que lo  preparara y que ese alguien era ella. Asintió y se marchó a paso ligero por las escaleras.
-         Vamos.
Fénix y Seda también desaparecieron por el portal.

               Raptor esperó unos pocos minutos y cinco portales se abrieron ante él. De el primero salió Caracol, un guerreo topo, ataviado con una pequeña armadura protectora y un gorro de cuero. También llevaba unas grandes gafas protectoras sujetas con una gruesa goma. De cintura para abajo estaba desnudo y en los brazos a parte del ordenador no llevaba nada. En su espalda, metido en su funda tenía un rifle de asalto de precisión. Del segundo portal apareció el joven Trébol. Del tercer portal apareció Roble, un guerrero floriano, del mismo planeta que Trébol. No era excesivamente alto como era común en su raza pero era muy robusto y musculoso. Su cuello parecía el tronco de un árbol y sus gruesos brazos eran capaces de atravesar cualquier cosa de un puñetazo. Su anaranjada cabeza estaba desnuda y en su afeitado cráneo llevaba un tatuaje de una rosa roja. Su cara era ancha y su nariz parecía haberse roto en innumerables ocasiones. Llevaba la armadura protectora encima de un ajustado jersey negro. En un brazo llevaba el ordenador y en otro una muñequera metálica. Sus pantalones ajustados eran de color azul marino y sus botas enormes capaces de aplastar piedras si fuese necesario. Del cuarto portal salió Esturión, veterano soldado tritón. Al igual que Agua, su cola de pez reposaba en unas piernas mecánicas. Pero eso no le reducía la movilidad ya que los poderes psíquicos que poseían los habitantes de Oceania les ayudaban a controlarlas perfectamente. Llevaba un casco blanco hecho con el increíble coral que se encontraba en su mundo. Iba vestido con la armadura protectora y unas placas metálicas plateadas en los brazos y armado con un escudo también plateado con el emblema de la emperatriz grabado en oro en el centro y con un tridente de mango negro y puntas blancas, también de coral. Esturión era capaz de proyectar potentes rayos psíquicos a través de su tridente. Su rostro era serio implacable, era el soldado perfecto. Arrugas surcaban su cara y su mirada reflejaba muchas batallas ganadas. Una barba negra cubría la parte inferior de la cara. Por último, del quinto portal salió Rubí guerrera letal lunariana. En un pequeño sistema solar en una zona todavía no corrompida por el imperio celestial había un planeta que debido a sus gélidas temperaturas era inhabitable. Pero de una de sus dos lunas había florecido una civilización. Eran poco numerosos pero muy avanzados. La característica de los habitantes de Lunaria, que era como se llamaba la luna, era su piel azulada. Rubí no era una excepción, y su fino rostro estaba adornado por una muy bien cuidada melena roja, de pelos rizosos que llevaba atada en una larga coleta. Sus ojos grises y sus finos labios de un tono violeta le daban un aire místico. Debajo de la armadura protectora llevaba un grueso jersey también negro y unos guantes grises. Debido a las temperaturas bajo cero que soportaban en su luna natal estaban acostumbrados a ir bien abrigados. Llevaba unos pantalones ajustados negros llenos de cintas y fundas en las que guardaba cuchillos y diversas armas blancas. Unas botas grises forradas en su interior de una cálida lana blanca le protegía hasta las rodillas. En el grueso cinturón llevaba varias pistolas pequeñas, silenciosas y letales.
-         Muy bien, ya estamos todos – tronó la firme voz del lagarto – el imperio ha llegado antes de lo previsto, no tenemos tiempo que perder. Es hora de que los EVI entremos en acción.





11 comentarios:

  1. Buen relato. No hace mucho que paseo por aquí, pero creo que te mereces lo mejor, por eso te he dejado un sorpresa en mi blog, espero que te guste.
    Un abrazo!

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  2. Un besazo querido Pedro y que pases buen fin de semana, relato intenso... y curioso.

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  3. Sabes llegar al lector y engancharle con tus relatos, te felicito.

    Un beso.

    PD.- Soy María lo que pasa que cambié la carita azul por mis ojos.

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  4. Buen relato, mezclado en un sin fin de ideas y sensaciones, bien estructurado. Besos!

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  5. que tal..! pasaba a saludarte
    y a invitarte a pasar por mi blog..
    he subido un texto nuevo..
    te dejo un fuerte abrazo!!!

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  6. Hola, Pedro, había visto tu historia, pensé en leerla detenidamente.

    Increílble, te leo y leo entusiasmo por escribir, eso lo primero.
    Has narrado todo y a todos extraordinariamente, me he metido en el relato y me ha fascinado.
    La descripición de Fenix, como la de los demás y sin perder hilo ha sido estupenda.

    Bueno, te diré que aunque tengo, diferente blog, soy Ashia de Soledad y como es natural me gusta lo que poenes igualente, mucho.

    Besos.

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  7. Un relato incleible, tienes una gran imaginación.

    Mi beso, feliz entrada de semana.

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  8. Me encantan los relatos de fantasía...y este es muy bueno...gracias por esa belleza que nace de tu imaginación...besitosss

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  9. Me gusta mucho tu relato lleno de fantasía. Me haces volar al mundo de la ensoñación... Lo que dar´´ia yo por poder viajar en el tiempo y presentarme en otras épocas pasadas...

    Un beso muy grande.

    Sakkarah

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  10. No tienes nada nuevo, pero te dejo mis saludos.

    Un beso.

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  11. Como siempre sorprendente. Y realmente bueno creando estos mundos de fantasía. Un beso.

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