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jueves, 10 de abril de 2014

¡Alto!


Era guapo, fuerte, tenía dinero. Era popular, querido, tenía mucho dinero. Circulaba en su flamante deportivo rojo de marca italiana y con un escudo con un caballo dibujado  en el capó a una velocidad superior a doscientos cincuenta kilómetros por hora. Sabía que en ese tramo de carretera convencional la velocidad máxima permitirá era tan solo de ochenta kilómetros por hora pero no había apenas nadie a esa hora, era guapo, querido, tenía muchísimo dinero. En una curva se vio obligado a reducir la velocidad y allí, pasándola se topó con la trampa. Un agente de la ley lo esperaba con la mano en alto. El popular, querido e inmensamente rico, cuya profesión era futbolista, colocó en su rostro la más amistosa expresión que tanto había ensayado delante del espejo. Con aquella mirada angelical en las discotecas conseguía que a las chicas se les cayeran las bragas al instante nada más verla. Bajó la ventanilla. El corpulento agente no pestañeó ante la mirada follachicas, no pareció percatarse en quién era.
-        Baje del coche – dijo simplemente.
-        Agente, sé que iba un poco rápido pero… – el policía lo interrumpió.
-        Baje del coche – su tono era frío e impasible – está usted arrestado.
-        Mire, soy Lionel Ronaldo de Lima…
-        Por mí como si es el Papa – volvió a interrumpir – le digo que baje del coche, no se lo volveré a repetir.
-        Mire – sacó de la guantera del coche un fajo de billetes - ¿no podría hacer usted la vista gorda?
A la media hora el futbolista estaba en el cuartel de la policía.
Al cabo de dos meses iba a haber un juicio pero como era quien era no lo hubo. Sí, perdió el carnet que al poco tiempo recuperó por ser guapo, querido y estar forrado de dinero. También tuvo que pagar una insignificante multa dada su nómina.
El agente frustrado cuya chulería típica policial había aplicado correctamente en esa ocasión pagó su desengaño con Manolo García Rodríguez, obrero de profesión, que viene a ser lo mismo, parado laboralmente e indefinidamente. Endeudado y con falta de recursos para mantener a su mujer (en paro) y a sus dos hijos. No tenía dinero para pasar la ITV del vehículo por lo que la llevaba caducada desde hacía varios meses, además de tener una luz de los faros fundida. Como no era tan guapo, ni popular y estaba en la ruina, la multa que le cayó lo hundió aún más. Se quedó sin coche por no poder pagar la inspección técnica y encima perdió la casa por el encadenamiento de desdichas.


Y colorín colorado, o en blanco, negro y escala de grises, este cuento sólo ha empezado.